El niño que soñaba con dar un abrazo a su padre & Creciente Airén 2019
Qué libro me bebo | Armonía 53
Buenos días mis queridos lectores:
Hoy les traigo un relato que nace de la necesidad de un hijo al despedirse de su padre en tiempos de pandemia.
Hoy les presento a Fernando Novalbos Sánchez, madrileño de nacimiento, aunque él se siente manchego y más concretamente Toledano. La localidad que ha tenido la fortuna de ser la elegida por el autor para ser hijo adoptivo es Mora. Estudió Dirección Cinematográfica en la Academia Metrópolis de Madrid.
En 1990 comienza su labor literaria pública. Dirige y escribe varias piezas teatrales para la agrupación de estudiantes aficionados, El diván de Tamarit.
Ha escrito numerosas obras, varias de las cuales han obtenido reconocidos premios de narrativa y poesía. Y ha sido galardonado con el premio “el eslabón de la cadena de la paz” por el valor humanitario del conjunto de su obra.
El niño que soñaba con dar un abrazo a su padre
En esta obra se nos cuenta la evolución de un niño que soñaba con cruzar la carretera para dar un abrazo a su padre al salir del trabajo. Ese niño creció convirtiéndose en escritor, y ahora el anhelo era poder dar un abrazo a su padre de despedida víctima de la COVID -19.
El sueño que en un principio nace del sentimiento de un niño de admiración y cariño hacia su padre, se transforma en el deseo angustioso de no poder despedirse de la persona que tanto había significado y marcado su vida.
Nos hace un recorrido por variabilidad de sentimientos que le otorgan esos momentos de felicidad que conforman la vida de todo ser humano, su primer amor, su madre, sus hermanos, sus amigos, su hija y nos adentra en sus momentos de penumbra que se nos antojan más plomizos para su alma, como el hecho de la no despedida de su padre. De ese sueño que queda pendiente, ya que tuvo que viajar sin ese billete llamado despedida.
Creciente Airén 2019
Para armonizar esta dura y amarga obra a la vez que son regala momentos de luz, destellos lágrimas y sonrisas de ese camino vital llamado vida, me pareció indispensable hacerlo con un vino de la zona llamado Creciente de Bodegas ANVIBA.
Es una bodega que no nos es desconocida, pues ya forma parte de la familia de QLMB en la armonía 36.
Esta vez les muestro un Airén, uva blanca autóctona de Castilla La Mancha y que tanto representa a la historia vital del autor, como al propio relato y relación emocional que nos describe en torno a la figura de su madre.
Una figura que evoluciona a lo largo del relato como lo hace este vino con su crianza. Una sensación creciente que denota madurez personal y profesional de este autor.
La variedad Airén es la vitis vinífera blanca que representa en España el 23% del total del viñedo del país. Es una uva muy resistente a la sequía y se adapta muy bien a terrenos poco fértiles También es resistente a plagas y enfermedades. Resistente como el mismísimo autor ante el viaje sin retorno de su padre
Fernández de Bobadilla en 1956 describe a la Mantúo Laerén, como << cepa de tronco potente, de madurez tardía buena para el transporte, mostos poco azucarados…>>
Este vino es elaborado en tierras manchegas, concretamente en la localidad de Mora. Es elaborado por Bodegas Anviba, unos pequeños productores que se divierten haciendo el vino tal y como les gusta gracias a los recursos naturales que les ofrece la vid.
Un vino repleto de notas frutales: cítricos, membrillo fresco, flores blancas. Extraordinaria acidez y viveza que persiste en boca como los sentimientos se agolpan en la mente del autor y logra plasmarlo en cada letra que marcan estas 67 páginas de vivencias y supervivencias a lo largo de su vida.
Una pareja perfecta que tuve la suerte de conocer en el restaurante El Molino de Helí, de la misma localidad Toledana y que al instante se entienden ambos como pareja natural para enseñarnos en esta armonía como ser parte el uno del otro, mostrándose individualmente sin quitarse protagonismo mutuo y potenciando al lector a entender, comprender y acompañar a Fernando en este emotivo relato.
Todo lo que soñaba era tu abrazo, Papá.
Buen viaje para todos aquellos que han emprendido este viaje sin retorno y del que no habéis podido recibir el último abrazo de quienes han compartido sus vidas con vosotros. De aquellos que hoy son lo que son, gracias a ser esa figura, o espejo en el que fijarse.
Volar tranquilos y que la tierra os sea leve. Esperar al otro lado a los que algún día emprenderemos el mismo viaje.
Brindo con esta copa de Creciente porque ese día sean vuestros rostros los que reconozcamos para acompañarnos en el tránsito.
Nos leemos mis queridos vitivinilectores.
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