Magdalenas sin azúcar y Calzadilla Classic 2011
Qué libro me bebo | Armonía 12
Buenos y gélidos días, mis queridos lectores:
Hoy les traigo una armonía complicada, nada fácil y que ha supuesto esfuerzo personal por la implicación y coste emocional pero no por ello con menos ganas, al contrario.
Magdalenas sin azucar
Es la historia que en muchos hogares españoles se vivió durante la guerra civil. La historia de los acontecimientos previos que llevaron a un País a matarse los unos a los otros independientemente de los parentescos, o de amistades. Hechos atroces en un bando y en el otro. En el Nacional y en el Republicano. Historias de envidias, celos, venganzas, presos, fusilamientos, torturas, huidas, y muerte.
Hoy les traigo mucho más que eso.
El Autor, Paco Arenas (Paco Martínez López) nos trae la historia de sufrimiento, miedo, y sobre todo una historia de libertad en «Magdalenas Sin Azúcar». Armonizar la historia del Abuelo Felipe no ha sido fácil.
Todos tenemos familiares que cayeron en esta Guerra que asoló millones de hogares en aquella España.
Adentrarme en las páginas de esta novela me ha hecho abrir aquella caja de lata plateada donde guardaba mi abuela Paca las fotos de mi abuelo, de las hermanas de este, o de su prima Delia. Ella tenía 11 años cuando se produjo el alzamiento de las tropas.
Me ha hecho recordar la historia de Manuel, jienense, de Arjonilla. Se casó en secreto con Vicenta. Ambos tenían otro novio y otra novia, pero se gustaron nada más fijarse el uno en el otro y no quisieron separarse.
Acusaron a Manuel de » rojo» y le apresaron. Vicenta estaba embarazada. Él no lo sabía.
Le fusilaron cerca de Andújar, le dijeron. Vicenta nunca supo dónde le enterraron ni con cuantos más. Ella siempre pensó que le acusó su primer novio por venganza. Nunca lo sabremos. De aquel matrimonio nació Manuel (1939) y como tantos otros niños, creció huérfano por un delito que jamás fue tal. Él pagó por odio u venganza como todos aquellos que yacen bajo las aguas del pantano de Juncos. Aquellos a los que no se les puede llevar flores a las tumbas.
En este libro no solo se cuenta el dónde o el cómo. Se cuenta el porqué, o más bien el tal vez, o él puede que fuese por, y, sobre todo. El cómo volvieron a vivir y convivir.
En mi caso, mi abuela y su prima también fueron de aquellas niñas que vieron de todo lo que un crío nunca debió ver.
No solo durante aquellos años concretos, sino lo que vino después. Para entonces mi abuela tenía novio. Adriano, un buen mozo al frente de la tienda de ultramarinos de mi bisabuela Antonia. Se casaron y enseguida llego al mundo una fría mañana de febrero una niña morena y pelo alborotado que se llamaría Teresa. (1948). Mi abuelo enfermó. Aunque ya lo estaba sin saberlo. Mi abuela vendió cuanto tenía para pagar los costosos tratamientos. En el hospital de tuberculosis de Bilbao le dijeron que muchos hombres enfermaron en el frente o en prisión. Mi abuelo falleció 18 meses después un 24 de abril sin saber que en noviembre llegaría otro morenito de aspecto afilado y humor socarrón al mundo. Joaquín. (1952)
¿Cuántas historias se han entrelazado? ¿Cuántas vidas se unieron en aquellos momentos convulsos y a hurtadillas?
¿Cómo poder armonizar algo así? Al menos intentar acompañar a cada sorbo, a cada personaje y cada aliento que nos trae desde aquel pasado, sobre todo a los jóvenes de hoy, la visión de él porqué estamos hoy aquí.
Armonizar no las heridas de esa Guerra, sino las historias de vida que nos contaron aquellos que sobrevivieron y decidieron cerrar y sanar cicatrices de un pasado que siempre debió quedar ahí, en el pasado.
Calzadilla Classic 2011
Como poder acompañar al legado de nuestros abuelos sino siendo testimonio viviente de las historias de vida que nos han transmitido de diversas formas a todos los que hoy estén leyendo este humilde lazo conductor que les trae mi pluma, pues volviendo a los orígenes del autor de la novela. Paco Arenas nace en Pinarejo, una pequeña localidad de Cuenca. Así es que, decidí que la mejor manera de acompañar a los protagonistas del relato era con un Calzadilla Classic 2011.
Este vino de pago de bodega Uribes Madero , de Huete (Cuenca), es uno de los más mimados de esta casa, cuyo buen hacer se ha visto recompensando con la obtención de denominación de origen propia. Con un coupage de Tempranillo, Cabernet sauvignon, Syrah y Garnacha, este tinto se presenta muy frutal e intenso en nariz, con recuerdos de frutos negros, mientras su paso por boca resulta untuoso, con una buena acidez.
Parcelas de Serrazuela, Bildorado, Viña Carlitos, Ponedoras y Chocilla del Vinagre
Las cepas crecen en suelo franco arenoso, cosechado de forma manual, en cajas de 15 kilogramos. La vinificación se realiza con maceraciones prefermentativas en frío durante 3-5 días y posterior encubado en depósitos de 5.000 litros de acero inoxidable. Fermentación maloláctica en barricas de roble francés y americano y un envejecimiento de 12 meses en barricas de roble francés y americano de 300 y 500 litros.
Color
Rojo rubí, muy intenso, Como la sangre derramada de todos aquellos a los que hemos mencionado y que ustedes podrían reconocer en cada uno de sus hogares o del de algún familiar o amigo.
Nariz:
Bastante intensidad, aromas de frutos negros del bosque, mermelada, toques lácteos, vainilla y tabaco, envueltos en un fondo balsámico. Notas de mineralidad, plantas aromáticas y tierra mojada. Como aquellas escenas que tenemos tras meternos en los parajes descritos por el autor y de tantos escondrijos que nos hemos podido imaginar según avanzamos cada página.
Boca:
Destaca la untuosidad y la nobleza del tanino. Largo y expresivo final. Su acidez le augura una buena capacidad de guarda. Tanta como los años que hemos guardado la historia que cada familia ha vivido y que permanecerá para siempre en la memoria colectiva.
Maridaje:
Perfecto con platos de caza y guisos de invierno, también para cualquier plato condimentado con setas.
Perfecto para acompañar este libro, capítulos enteros de él y beberemos cada expresión, cada cita del autor, de cada carta escrita desde el frente y de tantas otras a escondidas y con miedo de que nunca fuesen entregadas…
Es un más que digno vino para acompañar la historia, nuestra HISTORIA…
Opiniones:
«Magdalenas sin azúcar es una metáfora sobre la libertad y el amor en todas sus formas.»
(Jaime Flores Flores. Catedrático de Literatura Española. Universidad de Puerto Rico-Rio Piedras).
«Es un libro que deberían leer y tener presente, todos los jóvenes que alcanzan la mayoría de edad para que conozcan el pasado reciente de todos; nada cae del cielo, excepto la lluvia, la nieve, el granizo o los rayos.»
(Santiago Sánchez Calle. Profesor de Historia Moderna y Contemporánea).
«Al llegar al final no solo nos embarga una profunda tristeza sino una profunda esperanza en forma de un hálito recuperado de una bandera símbolo de sueños tan desechos como persistentes.»
(Susana Alfaro. Catedrática de literatura Española Besançon. France)
Me gustaría acabar con la frase que lo comienza todo….
En mi opinión es un maravilloso libro de esperanza y de reconstrucción. De cómo resurgir y mirar hacia el futuro. Ese futuro de aquellos chavales que se convirtió en el presente de nuestros padres y en futuro nuestro y de nuestros hijos.
Es el reconocimiento a aquella generación que supo unirse para construir una sociedad de paz y que nunca dejaron de soñar y mirar hacia la oportunidad de salir adelante sin perder la óptica de lo ocurrido y con la esperanza y la consciencia del legado que querían para sus descendientes.
Desde 1923 hasta 1956…470 páginas de vivencias y de acompañar a Miguel, al jilguero, a Clara, a D. Mariano y Braulio…
Siempre habrá magdalenas sin azúcar, pero empapadas en vino.
¿Quién llevará flores a los muertos de Juncos si están bajo las aguas del pantano?
Mi agradecimiento a Paco Arenas, por tantas conversaciones, discrepancias políticas e ideológicas, reencuentros y sobre todo por el respeto mutuo.