Los manuscritos de Teresa Panza & Casona de Alaferlay 2017
Qué libro me bebo | Armonía 33
Buenos días mis queridos lectores:
Hoy les traigo una de las armonías más divertidas de las que vamos a poder disfrutar.
El autor, Paco Arenas, nos trae una historia enclavada en la época cervantina. A partir de un hallazgo casual, construye toda una historia que, indirectamente, tendrá transcendencia de carácter universal.
Un niño, mientras jugaba en el interior de una cueva en algún lugar de la Mancha, encuentra un baúl y decide abrirlo para jugar con lo que contuviera. Encuentra una virgen, una bacía (similar a la que utilizó Don Quijote como yelmo) y unos manuscritos. Tras un análisis de los mismos por la Universidad, se llega a la conclusión de que están escritos de puño y letra por la hija de Sancho, Teresa Panza.
Teresa fue coetánea de Miguel de Cervantes, la cual nos mostraría a estos personajes como reales, de carne y hueso. El relato aparece en primera persona, puesto que es la hija del fiel escudero del Quijote, la que nos cuenta las andanzas de ambos en tono irónico, divertido y con ciertas notas de carácter feminista de aquella época. También nos muestra aspectos de su vida personal, y la breve relación que mantuvo con Cervantes.
En mi opinión, es una novela plagada de cierta crítica social realizada con sentido del humor, dosis de erotismo y mucho amor.
Les aseguro que leer este relato de 383 páginas, además de adentrarnos en el mundo cervantino, y recordarnos constantemente a la obra maestra de la literatura de D. Miguel de Cervantes Saavedra, conoceremos la visión de una mujer joven de la época acerca de los tiempos que le tocó vivir, desde un prisma muy diferente para lo que se le permitía por aquel entonces a una mujer.
Les invito a detenerse en el capítulo 21: Donde Teresa muda sus sueños. Para mí uno de los más divertidos.
Para acompañar a Teresa en esta aventura manchega, como no podía ser de otro modo, he escogido un vino tinto 100% tempranillo realizado en la localidad Toledana de Consuegra de manera tradicional, por un bodeguero que bien podría haber salido de un relato cervantino y más concretamente de un capítulo quijotesco, Don Manuel del Álamo.
Bodega Casona de Alarfelay. Este vino considerado de garaje se realiza a los pies del Cerro Calderico, donde se ubican los 12 conocidos molinos mejor conservados que dibujan el perfil manchego en cualquier fotografía y postal que se precie y que fueron declarados bien de interés cultural en 2008.
Allí se cultivan las variedades autóctonas como esta Tempranillo o la famosa Cencibel en una parcela de 8.000 cepas de secano sobre un suelo compuesto de guijarros aproximadamente en una proporción del 60%, lo que le facilita el drenaje y eliminación del exceso del agua de lluvia. La uva no es prensada, dejan que la gravedad sea la que naturalmente rompa las bayas. La producción es muy limitada, no solo el número de botellas, sino que cada cepa da un máximo de 1 kg de uva al año. Esto nos da una idea de la alta concentración de nutrientes y conservación de las propiedades organolépticas del contenido de cada botella ya que son uvas de altísima calidad.
Este vino que hoy les traigo tiene una producción de 4.900 botellas, realizado de manera natural sin tratamientos químicos. Se cría durante 6 meses en barrica de roble francés.
A la vista de intenso color cereza picota con bordes violáceos y capa media plus, que nos recuerda a aquello que se servían en las jarras de barro en las tabernas propias de la época de nuestros personajes.
Muy afrutado tanto en nariz como en boca, donde predominan las frutas rojas y negras con presencia intensa de moras y flores silvestres que nos transportan a las andanzas de nuestra protagonista y la podríamos ver cogiendo moras entre las zarzas cuando bajaba a lavar las sábanas en el río con el resto de mujeres de su pueblecito, aquellas maravillosas lavanderas donde el olor predominante eran los jabones hechos en casa con aceite y romero, lavanda y donde se intercambiaban cuchicheando los cotilleos de recorrían las calles y donde se contaban las hazañas con algún joven zagal.
En boca se reafirman sensaciones y aromas anteriores además de notas especiadas y tostados y algún toque muy sutil de canela, que nos recuerda que nos encontramos en la Mancha en zona que en tiempos anteriores estuvo ocupada por los súbditos de Abderramán III.
Como sugerencia , les invitaría a conocer la localidad donde se elabora este vino, Consuegra, sus famosos molinos, una localidad que arrastra más de dos mil años de historia ya que fue asentamiento desde la época pre-romana, romana, donde la convirtieron en un punto de cierto interés comercial, permitiendo que una de las vías de comunicación más importante de la época pasara por allí, Vía Laminium, de los godos a los árabes y en tiempos de la Reconquista, pasando en 1803 a formar parte de nuevo del reino de Castilla. Consuegra, por su posición estratégica, ha sido escenario y testigo de numerosas batallas y desastres naturales, ente las batallas más famosas contra los franceses durante la Guerra de la Independencia donde éstos destruyeron gran parte de la localidad. Visiten el ayuntamiento, un edificio construido en 1670 y en el que se esconde un bonito reloj de sol.
Otra construcción de interés, para mí es el Castillo de la Muela. Su construcción data del siglo X y como curiosidad decirles que fue el lugar donde falleció el hijo de El Cid. Cuenta con la Iglesia del Cristo de la Vera cruz, y San Juan Bautista. Y como no podía ser de otro modo, ofrecerles la posibilidad de vivir una gastroexperiencia en uno de los Molinos, donde podrán degustar platos típicos como migas, caldereta de cordero y el afamado queso manchego.
Conocer las otras poblaciones cercanas que conforman el conjunto histórico más importantes de la zona, Campo de Criptana, con sus famosas calles empedradas pintadas de añil y Mota del Cuervo
Entre las festividades conocidas de la zona, cabe destacar la de la Flor del Azafrán y en la que se puede ver el Molino Sancho en funcionamiento como si del que fuese a salir a recibirnos el mismísimo escudero.
Les invito a acompañar a Teresa, a reírse con ella, a disfrutar de las críticas, a comprenderla y sobre todo, les invito a disfrutar de éste nuestra armonía de hoy, mis queridos lectores.
Recuerden que cada día tenemos una cita para seguir bebiéndonos los libros.