Ni el papel higiénico, ni la harina con el boom de “soy panadero de masa madre”, ni los huevos para las torrijas, ni las legumbres para hacer “el puchero como lo hacía mi abuela” …
Los datos dicen que el producto estrella de este confinamiento de 2020, es la cerveza.
Vemos gente enfadada con el gobierno, preocupada por sus familiares, con diferencias ideológicas y políticas innegociables, dando rienda suelta a su ira y su frustración por las redes sociales, hasta que dos o tres mensajes más abajo, alguien dice “a ver si pasa todo esto, y dentro de poco nos tomamos unas cervezas. Son las palabras mágicas, y aparecen los emoticonos de jarritas de cerveza, sonrisas, aplausos y sombreritos de fiesta con su serpentina y su confeti.
Aquí en España, estamos haciendo un esfuerzo sobrehumano, sin salir de casa, y nos adaptamos. Conviviendo con las familias las 24 horas: niños, adolescentes, jóvenes, adultos y mayores… O quien se ha quedado solo en casa, teletrabajando si con suerte no le han hecho un erte, y nos adaptamos.
Con las rutinas cambiadas, descontrolándose los ritmos de sueño, sin poder hacer el ejercicio o las actividades que hacíamos habitualmente, y nos adaptamos.
Pero lo que no perdonamos, pase lo que pase, es la cervecita del fin de semana con los amigos, con la familia, colapsando internet y las aplicaciones de videollamadas el sábado y el domingo a la hora del aperitivo.
El segundo fin de semana también ascendieron las ventas de patatas fritas, aceitunas y latas para el aperitivo, porque después de la experiencia del primer “finde” vimos que se podía mejorar. Somos de buscar la excelencia.
Pienso que tiene su gracia, y que demuestra nuestra buena actitud ante las dificultades. Aunque al hablar de cerveza o de vino tengamos que hablar de consumo de alcohol, también dice mucho del estupendo carácter que tenemos, que nos gusta compartir, charlar, reírnos y socializar para digerir la semana y coger impulso con energías renovadas para esperar el lunes siguiente.
Y si no nos dejan salir de casa, y si no podemos quedar con los amigos, pues encontramos la manera de compartir ese rato aguzando el ingenio. Hay quien va profesionalizando las quedadas, hasta con un audio de fondo de tasca de toda la vida, celebrando cumpleaños y quedadas, con sorpresas incluidas, tomando el vermú con los vecinos del balcón de al lado, que nos hemos conocido aplaudiendo. Incluso de cañeo con los abuelos, que han aprendido a usar la app y ahora les regalamos estos ratos.
Como dice mi abuela, corre por nuestras venas el alterne y el tapeo, así que ánimo y salud para todos.
Maribel Navarro